http://www.issa.int/esl/Temas/Financiacion-de-la-seguridad-social#
Foto: M. Crozet, © OIT
De acuerdo con las estimaciones disponibles, menos del 25 por ciento de la población mundial tiene acceso a una seguridad social adecuada. Por ello, la mejora de la cobertura es vital.
¿Cómo se define la cobertura?
La cobertura suele definirse mediante uno de los siguientes enfoques generales: 1) el derecho legal de los ciudadanos, trabajadores y sus hogares a recibir prestaciones o servicios públicos específicos o 2) el número de beneficiarios de dichas prestaciones o servicios. Para evaluar la cobertura, pueden emplearse distintos métodos. Por ejemplo, los regímenes contributivos, por lo general, consideran el número de contribuyentes como porcentaje de la población activa, mientras que los regímenes financiados por los impuestos a veces evalúan la cobertura como porcentaje de la población nacional o como porcentaje de la población destinataria que recibe prestaciones, a modo de ejemplo: los pobres derechohabientes. Los regímenes de atención médica también pueden tener en cuenta la cobertura financiera de los costos y los resultados sanitarios registrados.
El alcance y la suficiencia – dos factores clave
Un aspecto importante de la cobertura es su alcance. Los regímenes de seguridad social tienen un alcance adecuado si ofrecen prestaciones y servicios para cubrir los riesgos de:
Los sistemas con un alcance adecuado cubren a la mayoría de los ciudadanos, trabajadores y personas a cargo. Los sistemas con un alcance más limitado no sólo cubren una menor cantidad de riesgos, sino que también excluyen a ciertos grupos profesionales o demográficos. La exclusión generalizada de los trabajadores del sector no estructurado, por ejemplo, constituye un gran desafío para la extensión de la cobertura.
Otro aspecto importante de la cobertura es la suficiencia:
La cobertura suele definirse mediante uno de los siguientes enfoques generales: 1) el derecho legal de los ciudadanos, trabajadores y sus hogares a recibir prestaciones o servicios públicos específicos o 2) el número de beneficiarios de dichas prestaciones o servicios. Para evaluar la cobertura, pueden emplearse distintos métodos. Por ejemplo, los regímenes contributivos, por lo general, consideran el número de contribuyentes como porcentaje de la población activa, mientras que los regímenes financiados por los impuestos a veces evalúan la cobertura como porcentaje de la población nacional o como porcentaje de la población destinataria que recibe prestaciones, a modo de ejemplo: los pobres derechohabientes. Los regímenes de atención médica también pueden tener en cuenta la cobertura financiera de los costos y los resultados sanitarios registrados.
El alcance y la suficiencia – dos factores clave
Un aspecto importante de la cobertura es su alcance. Los regímenes de seguridad social tienen un alcance adecuado si ofrecen prestaciones y servicios para cubrir los riesgos de:
- vejez, supervivencia e invalidez (resultante o no del empleo)
- enfermedad y debilidad
- desempleo
- maternidad y educación de los hijos
Los sistemas con un alcance adecuado cubren a la mayoría de los ciudadanos, trabajadores y personas a cargo. Los sistemas con un alcance más limitado no sólo cubren una menor cantidad de riesgos, sino que también excluyen a ciertos grupos profesionales o demográficos. La exclusión generalizada de los trabajadores del sector no estructurado, por ejemplo, constituye un gran desafío para la extensión de la cobertura.
Otro aspecto importante de la cobertura es la suficiencia:
- ¿Cómo debe calcularse el nivel de las prestaciones?
- ¿Cuál debe ser el periodo máximo para la percepción de una prestación?
- ¿Cómo pueden los regímenes de seguridad social garantizar un mínimo de seguridad social y de atención médica para todos?