Calamidad, Vivienda y Poder

La naturaleza desnuda verdades y no hay discurso que la pueda someter. Allí esta manifiesta con toda su fuerza señalando una realidad que no se puede ocultar, para poner al descubierto con transparencia absoluta, que en doce años nada se ha hecho en materia de atención y mantenimiento de los terrenos de mayor riesgo ambiental así como tampoco en la construcción de viviendas, para los sectores de mayor vulnerabilidad de la sociedad. 
Hay devastación y angustia por todas partes. De nuevo aparece el comandante con su  hablar indetenible asumiendo escena de primera página.  Con intenciones de mago y  promoviendo una supuesta política revolucionaria  anda ofreciendo viviendas por doquier.  Se ha presentado a los lugares de las calamidades trajeado de militar para publicitarse en primera instancia y luego generar una vez más falsas expectativas. Lo que no hizo en mucho tiempo,  ahora quiere que sea un hecho mágico.
Siempre promesas, abrazos, besos y apretones. Hasta allí llega. Así culmina el escenario de fantasía creado para la ocasión. Pasa el tiempo y la tristeza  es de mayor intensidad. La familia anónima sigue su calvario en soledad.
No se le siente sensibilidad humana ni amor al prójimo. Más bien si se nota distancia en todo el accionar y acercamiento a conveniencia. El poder tiene en muchos casos esa capacidad, la de alejar y envolver a quien lo detenta para separarlo de las necesidades reales de la vida de la gente.
Los gastos burocráticos, los excesivos viajes al exterior con grandes comitivas, el ropaje utilizado, los aviones, los carros, las inversiones perdidas, las invitaciones de asesores extranjeros, la entrega de los dineros de la nación a otros países generan un clamor ante los ojos del creador. Sin ese despilfarro mucho se hubiese podido hacer y no estuviéramos pasando por este momento tan difícil. 
La protección de la vida es un derecho humano fundamental. Definitivamente no hay bienestar y justicia social posible mientras el respeto al individuo, a la otredad, al ambiente y la solidaridad humana no sean el principio universal que le oriente.  
Lorenzo Figallo Calzadilla   

En Uruguay se cae por año uno de cada tres adultos mayores

Viernes, 17 de Diciembre de 2010
 prensa

En Uruguay, cada año se caen 146.600 ancianos, un tercio de la población de adultos mayores, que alcanza las 440.000 personas. De ellos, la mitad se volverá a caer un año después.
Sin embargo, considerar que las caídas son algo normal en los ancianos no es correcto, según Aldo Sgaravatti, asistente del Departamento de Geriatría del Hospital de Clínicas.
«La caída es uno de los grandes síndromes geriátricos. Éstos no son enfermedades sino que son el resultado de una sumatoria de problemas», explica el especialista.
«La salud del anciano se mide en calidad de vida. Si un adulto mayor es capaz de vivir independientemente, aunque sea hipertenso, diabético, tenga colesterol, tenga artrosis, osteoporosis, aunque tenga una úlcera en el estómago, si logra vivir como cualquier otra persona, manteniendo las actividades de la vida diaria, o sea, haciendo lo que habitualmente nosotros hacemos, está sano», dice. Y agrega: «Las caídas son una de las principales causas que lleva a la declinación funcional».
Sgaravatti insiste en que no hay que ver la caída como un hecho aislado ni como «un proceso normal del envejecimiento», sino como una señal de que algo no está funcionando bien y que se debe a múltiples causas.
Entre los factores extrínsecos, el geriatra enumera «las veredas en mal estado, los pozos que pueda haber en la calle, la mala iluminación, la presencia de objetos o animales que puedan hacer que se tropiecen adentro o afuera de la casa, usar zapatos que no son los adecuados».
Pero también se dan factores de riesgo intrínsecos. Por ejemplo, los mayores de 75 años y las mujeres registran más caídas. «Hay cambios normales del envejecimiento agregado a las diferentes enfermedades que tiene el adulto mayor y los medicamentos que toma para dichas enfermedades», señala Sgaravatti.
Pérdida de fuerza muscular, cambios a nivel del cerebro, alteraciones a nivel visual debido principalmente a las cataratas, problemas en el oído interno, osteoporosis, demencia, deterioro cognitivo, depresión, incontinencia urinaria. Éstos son algunos de los factores de riesgo intrínseco que enumera Sgaravatti. Ante un tropiezo, «hay una velocidad de procesamiento, a nivel del sistema nervioso central, un poco más lenta, por eso la reacción es más lenta».
A nivel de los fármacos, las benzodiacepinas, como el diazepam o el bromazepam, actúan a nivel del cerebro: «Te vuelven más lento, te da somnolencia, relajación muscular, muchas cosas que pueden dejarte con una respuesta menor o te provocan debilidad muscular y que te caigas», explica el profesional, que también destaca que "por el propio envejecimiento se genera una alteración en la eliminación normal de los medicamentos".
Además de las benzodiacepinas, Sgaravatti menciona los neurolépticos, recetados para tratar un trastorno de conducta, y los antihipertensivos, «que te bajan la presión, pero a veces te la bajan de más», sostiene. Al respecto, detalla que existe lo que se llama hipotensión ortostática e hipotensión posprandial.
La hipotensión ortostática son los mareos que se experimentan, por ejemplo, cuando la persona pasa de estar acostada a sentarse o levantarse, «y que, generalmente, está vinculada al uso de medicamentos para bajar la presión». La hipotensión posprandial es, en tanto, la baja de presión que sufren algunas personas inmediatamente después de comer «y que puede dar síntomas o no». El equipo que integra Sgaravatti en el Hospital de Clínicas, que busca alteraciones del equilibrio en los pacientes que recibe, observó que de 50 enfermos, 45 tienen hipotensión posprandial.
Dados estos factores de riesgo, la policlínica de caídas que integra Sgaravatti realiza un relevamiento de los pacientes que atiende. «Si tenés un factor de riesgo, tenés 27% de probabilidades de caerte. Si tenés cuatro o más factores, tenés casi un 80% de probabilidades. Son cifras de Estados Unidos de 1988 y se siguen manteniendo. En la policlínica de caída, el promedio de factores de riesgo es ocho».
CONSECUENCIAS. "La caída es la evidencia de la fragilidad y de todas las alteraciones que lo están llevando a caerse (...) Te está mostrando el estado de salud", explica Sgaravatti.
Su efecto más temido es la fractura, principalmente de cadera: «El 60% de los que se fracturan tendrán una limitación funcional permanente, o sea que van a dejar de hacer las cosas que podían hacer hasta ese momento. Además de eso, el 25% de los que se cayeron y se fracturaron, van a quedar con una dependencia, es decir, van a precisar de alguien que los ayude. Uno de cada cuatro no va a lograr tener su misma calidad de vida previa a la caída», afirma.
Sgaravatti también subraya que, al enfrentar uno de estos casos, se debe realizar una valoración geriátrica integral, es decir, que tenga presentes los aspectos funcionales, sociales, afectivos y cognitivos del individuo. «En la policlínica de caídas tratamos de identificar la mayor cantidad de factores de riesgo que puedan responder a las caídas. Después que lo valoramos, hacemos pruebas específicas», relata. "Hay cosas que no podés cambiar. Si tiene una alteración del oído, lo mandás al especialista. Si tiene cataratas, que trate de operarse, lo derivamos al oftalmólogo. El manejo de las caídas depende de la causa", sostiene.
También es importante tratar el síndrome post caída, que a veces se asocia con depresión y que puede llevar a que los ancianos dejen de hacer cosas por temor a caerse de nuevo. Para ello, en el Hospital de Clínicas funciona un grupo de pacientes que trabaja en conjunto con una psicóloga.
«En geriatría el médico es importante pero no es lo único. Un equipo de valoración debe estar integrado por psicólogo, asistente social, médico geriatra y licenciado en enfermería abordando diferentes problemas», concluye.
Fuente: Por Bernadette Laitano - Diario El País (Uruguay) 01/12/2010
http://www.elpais.com.uy/especiales/digital/salud/espsalu_532586.asp
Artículo | 30 de noviembre de 2010

La Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT (CIT) adoptó una nueva Recomendación sobre el VIH y el SIDA y el mundo del trabajo en junio 2010. ¿Qué respuestas ha recibido desde entonces?

Sophia Kisting: La respuesta ha sido abrumadora y el entusiasmo con el cual ha sido aceptada es muy estimulante para nosotros.
Quienes participaron de la segunda discusión de la Recomendación, durante la CIT de junio 2010, regresaron a sus países con la sensación de tener una norma del trabajo cimentada en los derechos humanos que puede ayudar a mejorar la cuestión del estigma y la discriminación en el lugar de trabajo.
Además de la respuesta inicial, existe un aspecto muy importante, que es que los países deben presentar informes ante el Comité de Expertos de la CIT, a realizarse en junio 2011, sobre los progresos realizados en la aplicación de la Recomendación. El primer paso es traducir la nueva norma y que la misma sea revisada por diversos ministerios, de manera que se convierta en un documento legal que pertenezca al gobierno en su conjunto. Los parlamentos nacionales deberían dedicarle tiempo durante sus sesiones parlamentares para discutir cómo poner en práctica la Recomendación.
Diversos países nos han solicitado la traducción de la Recomendación. Un número de federaciones sindicales y organizaciones de empleadores nos han pedido apoyo y materiales necesarios para presentar la Recomendación a sus miembros. Los ministros del Trabajo han manifestado mucho interés por participar en los talleres tripartitos de la OIT sobre la Recomendación.
Además, lo que ha sido verdaderamente impactante es el entusiasmo con el que las redes de personas que viven con VIH han respondido a la Recomendación.

La migración y sus riesgos en América

Autores:   Katrina Burgess Localización:   Política exterior ,  ISSN  0213-6856,  Vol. 33, Nº 187, 2019 ,  págs.  102-107 Idioma:   español ...